martes, 16 de agosto de 2011

De Tiananmen a la Ciudad Prohibida.


6:30 horas - Suena el despertador.
Un rápido desayuno me permite dedicar unos minutos a terminar de planificar el día de hoy. 
Mapa en mano, salgo a la calle en dirección a la Plaza de Tiananmen.
El día está despejado y, de momento, no hace mucho calor. 
Desde mi hotel no tengo más que recorrer, en linea recta, una larga y anchísima avenida que me lleva justo hasta mi lugar de destino.




Al llegar a la gigantesca plaza, un sinfín de dispositivos de seguridad obligan a pasar por el escaner cualquier tipo de bolsa e incluso a someterse a cacheos realizados por la policía militar que custodia el lugar.

Tras los acontecimientos ocurridos en Junio de 1989 en esta plaza, se han extremado las medidas de seguridad. Cámaras de vídeo registran cualquier movimiento extraño, policias de paisano vigilan a los visitantes y los accesos a la plaza desde la calle o desde el metro están sumamente controlados.

Lo primero que veo a mi llegada, es una gigantesca e impresionante puerta frente a la popular plaza y al otro lado de la avenida. La Puerta de Tiananmen se exhibe frente a las multitudes con un enorme retrato del fundador de la República Popular China, Mao Zedong, en el centro.

La plaza, de espectaculares dimensiones, cuenta con dos enormes pantallas en las que se proyectan vídeos e imágenes en movimiento de algunos de los logros de la nación (Exposiciones Universales, Olimpiadas, etc....), así como imágenes de todo aquello que representa al orgullo de un inmenso país (sus paisajes, su folclore, el ejército, ...).


Un gran obelisco de granito decorado con bajorelieves que ilustran episodios de la historia revolucionaria de China, se eleva en el centro de la plaza como Monumento a los Heroes del Pueblo.

A la izquierda, encontramos el Museo Nacional Chino y, al fondo de la plaza, el Mausoleo de Mao custodiado por dos grandes esculturas con motivos revolucionarios.  Una infinita y serpenteante fila da paso, lentamente, a la cámara en la que se guarda el cuerpo embalsamado del lider de la republica. 


Banderas nacionales, fotos de Mao y pins y gorras con la estrella roja se venden en cada rincón de la plaza.
En la plaza, miles de personas tropiezan unas con otras moviéndose excitadas de un lado para otro, emocionadas por hallarse en tan emblemático lugar.

Tras el Mausoleo de Mao, dos impresionantes puertas de la época imperial admiran a los visitantes; Jian Lou, la Torre de la Flecha y Qian Men, actualmente un museo sobre la historia de Beijing.


Policía uniformada y de paisano hacen revisiones sorpresa a los viandantes.

Después de visitar la plaza, me dirijo a la Puerta de Tiananmen para atravesarla y acceder así a la Ciudad Prohibida.

Antes de entrar a la Ciudad Prohibida, me detengo unos minutos para subir al balcón de la Puerta de Tiananmen. Desde este lugar pronunció Mao las palabras que proclamaron el nacimiento de la República Popular China, dirigiéndose al pueblo que se hallaba expectante en la Plaza de Tiananmen. Desde lo alto se puede contemplar una vista general de la plaza.
La visita solo merece la pena por la experiencia de estar en un lugar tan importante como este ya que marcó una era para el pueblo Chino.


Un foso lleno de agua rodea la Ciudad Prohibida.
Una vez dentro te das cuenta de que todo es espectacular y majestuoso. Un lugar que recoge los momentos más trascendentales de las últimas dinastias chinas. Por estas calles caminaron los serviciales eunucos y la guardia imperial, en sus salones se tomaron las decisiones que conducirían al imperio a la gloria o al desastre, por sus jardines pasearon esposas e hijas del emperador. 

Enormes extensiones separan un edificio de otro protegiéndose así de incendios. Todos los salones fueron construidos en madera y, debido a esto, sufrieron varios incendios de suma importancia.


Tres puentes permiten cruzar un pequeño canal que da entrada a la ciudad del emperador y una horda de turistas locales se atropellan unos a otros para acceder a ella.

Espacios enormes, una arquitectura espectacular y casi 600 años de historia de la China Imperial. Todo reunido en una ciudad construida solo,... para los ojos del emperador. 

Edificios de madera en los que no emplearon argamasas, cementos ni otros materiales de construcción. Como un mecano, todas las piezas se encajaron una a otra con suma perfección. Colores vistosos, cuadros pintados a mano que son auténticas obras de arte, ollas de bronce espectaculares que se llenaban de agua para casos de incendio,.... y cubiertas con tejas amarillas (el color del emperador).


Grandioso, enorme, gigantesco y eterno,.... la visita de la Ciudad Prohibida te va a robar toda una mañana y, cuando pensabas que ya se acababa el recinto,.... te encuentras con un pequeño pero precioso jardín.

Al salir de la Ciudad Prohibida hago una parada para coger aire, reponerme del intenso calor y comer y beber algo para recuperar las fuerzas. 

La visita es agotadora pero impresionante.

Aun me queda la tarde y mucho por ver,.....





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