Visitar el río Huangpu es contemplar la puerta abierta de Shanghai y de toda China al mundo moderno. Ostentación y alarde del uso de las últimas tecnologías, de la modernidad y del triunfo de la economía capitalista en el corazón de un país que bajo palio de un gobierno comunista, se doblega ante el poder del dinero.
Primero visito el Bund.
Un enorme paseo recorre el río en toda su extensión y junto a él se elevan imponentes edificios que comenzaron a construirse a mediados del siglo XIX convirtiendo a Shanghai, en uno de los principales puertos comerciales de Asia y del mundo.
Edificios como el Banco de Hong Kong y Shanghai, el Banco Ruso-Asiático, el Palace Hotel o el Cathay Hotel se alinean junto a un moderno paseo repleto de turistas y caminantes que contemplan asombrados la arquitectura de la época colonial.
Antes de acceder al paseo una enorme estatua se alza en honor al mariscal Chen Yi.
Contemplando la orilla del Bund, de la arquitectura de hace dos siglos y del ambiente que se respiraba en la zona, puedo imaginar la actividad portuaria y comercial que se vivió en su momento en aquel lugar.
Absorto en mis pensamientos y en fotografiar cada rincón y cada detalle, me aborda un lugareño que, tímidamente, me solicita que acceda a posar para ser fotografiado con su pareja, mientras tanto, ella espera nerviosa y risueña el momento en que yo acepte.
Sorprendido pero honrado me presto a ello sin llegar a entender el motivo por el cual estos desconocidos quieren fotografiarse conmigo.
¿Qué curiosidad he podido despertar en ellos?. ¿Para qué querrán esta foto?. Mientras hago todas estas reflexiones me doy cuenta de que, en la zona, soy el único occidental. Todos los turistas y visitantes son asiáticos.
¿No les fotografío yo a ellos?. ¿No despiertan ellos mi curiosidad?. El exotismo que su cultura, sus rasgos físicos y sus costumbres despiertan en nosotros, es el mismo que nosotros despertamos en ellos.
En definitiva, no hacen nada que no haga yo.
Durante mi paseo por el río Huangpu se repite varias veces esta situación a la que se añaden otras muchas en las que jóvenes turistas chinos, de visita en Shanghai, se aproximan a mi para conversar e interesarse por mi nacionalidad, los días que llevo en la ciudad y en el país o, simplemente, para practicar su inglés.
Me ha asombrado mucho el interés y la curiosidad que los occidentales despertamos entre la población china. Amables, curiosos, abiertos y simpáticos me hacen sentir bienvenido y me demuestran el orgullo que sienten al comprobar que su país despierta el interés de una persona llegada desde el otro extremo del mundo.
Antes de salir del Bund visito el Monumento a los Héroes del Pueblo. Construido al final del paseo, este monumento sorprende por su belleza y por su colosal tamaño.
Es momento de dar la espalda al Bund para mirar a la otra orilla del río Huangpu.
En una mañana que, aunque muy calurosa y soleada, se presenta turbia por la contaminación y la humedad del ambiente, el poder y la grandiosidad del Pudong se expone majestuoso, orgulloso e imponente. Mientras el Bund representó la modernidad y el progreso en la China del siglo XIX, Pudong es quien ostenta estos títulos en la actualidad.
Enormes rascacielos compiten uno junto a otro desafiando a los cielos y exhibiendo espectaculares e imposibles diseños arquitectónicos. Llama especialmente la atención La Torre de Televisión de la Perla de Oriente, en la que tres enormes esferas engarzadas se levantan del suelo configurando una estructura futurista, a pesar de que su diseño se inspiró en un poema de la dinastía Tang que describe el tintineo de las perlas sobre un plato de jade.
Pude invertir todo el día en fotografiar el Pudong desde múltiples ángulos y encuadres y no lograría captar toda su belleza pero,... preferí continuar el recorrido que me había establecido y que me llevaba a cruzar el río para llegar a la orilla opuesta.
Un sorprendente Túnel Turístico atraviesa el río bajo sus aguas para desembocar a los pies de La Torre de la Perla. Este túnel ofrece un recorrido que no se realiza en tren sino, en pequeños compartimentos acristalados y sin conductor. Durante el recorrido se proyectan imágenes y juegos de luces sobre las paredes del túnel con un acompañamiento musical. La experiencia es interesante y ayuda a descansar un poco del intenso calor.
¡¡Qué pequeño se siente uno junto semejantes rascacielos!!. Un recorrido por el Parque Pudong me permite contemplar la magnitud de las estructuras de acero, hormigón y cristal que pueblan este lado del río. Desde aquí las vistas del Bund son también impresionantes.
Un próximo centro comercial me proporciona comida y aire acondicionado para continuar mi jornada.
Regreso al Bund en el Túnel Turístico y cojo un taxi que me lleve al mercado de animales de Xiang Lu.
Salgo del progreso y la conexión china con occidente para volver a participar de las tradiciones y costumbres locales. En este mercado se venden todo tipo de mascotas y animales de compañía; perros, gatos, ardillas, ranas coloreadas, tortugas, peces y,.... lo más sorprendente,..... multitud de grillos.
Las calles de Shanghai tienen una banda sonora muy particular; el sonido de miles de grillos que día y noche frotan sus alas para crear espectaculares conciertos. Este animal forma parte de la vida y la historia de los shanghaineses. Tanto es así que los tienen en casa como animales de compañía a los que alojan en pequeñas jaulas de caña o madera para deleitarse con su chirrido. Grillos de todos los tamaños, colores y precios, grillos con pedigrí y grillos de pelea que pueden llegar a costar auténticas fortunas. Las peleas de grillos son una de las diversiones más populares de China.
En el mercado de Xiang Lu puedes encontrar todos los accesorios necesarios para la cría del grillo así como los mejores ejemplares para el combate.
Frente al mercado de Xiang Lu se encuentra el mercado de antigüedades de Dongtai Lu.
Un cruce de tres espectaculares calles que acogen multitud de puestos de venta de recuerdos, antiguos calendarios, carteles de la época revolucionaria, etc. Alejado del bullicio y las multitudes, este mercado ofrece un agradable paseo admirando y curioseando en el pasado del país.
No compré ninguna antigüedad pero si que compré algo curioso, un ejemplar de Citas del Presidente (El Libro Rojo de Mao).
Me había prometido volver al Bund para fotografiar la orilla del Pudong al atardecer y por la noche así que, a las 18:00 horas comienzo mi regreso.
De camino encuentro una animada calle en la que se concentran numerosas marisquerías que exponen sus productos en la calle e incluso, los cocinan allí mismo. Enormes cangrejos, ostras y langostinos se amontonan por cajas. Parrillas al rojo vivo cocinan el marisco llenando la calle de humo y de olor a mar.
Un taxi me lleva de nuevo al Bund antes de que anochezca. Una multitud se ha congregado allí para presenciar el festival de luz.
Decenas de cargueros de madera, carbón, arena,.... llenan el río circulando de uno a otro lado en todo su recorrido. El tráfico de barcos es impresionante y demuestra la actividad portuaria existente.
Mientras, los rascacielos regalan al público asistente su colorido espectáculo de luces y proyecciones en las fachadas.
Mientras hago mis fotografías, una pareja vestida con sus trajes de boda se fotografían entre la multitud. La escena es preciosa. Ajenos a las miradas y al ir y venir de cientos de personas, se miran a los ojos y el destello que desprenden sus miradas rivaliza con el de los rascacielos de la orilla opuesta.
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