jueves, 29 de septiembre de 2011

Llegada a Berlín

Berlín cuenta con una de las mejores redes de transporte público de toda Europa. Cualquier punto de la ciudad se encuentra comunicado con el resto bien sea por metro, o bien por autobús, tren, tranvía o taxi.
Los servicios son rápidos, puntuales y se cobran a precios razonables. No obstante, te encontrarás con una importante complicación,… la señalización y, en general, cualquier tipo de comunicación con el viajero, más aun si este es extranjero o no domina el idioma germano, resulta farragosa y compleja. Algo tan sencillo como sacar un billete de tren, se convierte en todo un desafío de ingenio o azar.


Superada la prueba del tren me dispongo a superar la del taxi. ¡ojo!, Los taxis solo recogen pasajeros en las paradas de taxis. Ármate de paciencia para encontrar una de ellas, sobre todo si estás fuera del centro de la ciudad y vas cargado con la maleta.

A pesar de las complicaciones logré llegar al hotel a tiempo para dejar la maleta, cambiarme de camiseta y salir a conocer Berlín aun con la luz del día.

Por la proximidad al hotel comienzo mi visita a la ciudad por las proximidades de Alexanderplatz, conocida por los berlineses como La Alex. Esta plaza ha vivido las luces y las sombras de Berlín siendo a principios del siglo XX el mayor nudo de comunicaciones de la capital y siendo totalmente arrasada en la 2ª Guerra Mundial.
La Alex atrae a propios y extraños reuniendo en sus inmediaciones numerosos edificios de interés artístico, histórico y cultural.

Mi llegada a Berlín no podía comenzar con peor pie. La plaza se encuentra en obras y totalmente levantada y cercada. Aun así puedo fotografiar, desde cierta distancia, uno de los más bellos edificios allí situados; el Rote Rathaus.
Su nombre Rotes (rojo) hace referencia a sus orígenes comunistas y a sus ladrillos de un rojo color intenso.



Muy cerca de allí puedo visitar; Fernsehturm (la torre de TV), Marienkirche (Iglesia de Santa María), Neptunbrunnen (Espectacular fuente de Neptuno),…


Tras recorrer la zona doy un paseo por Nikolaiviertel (Barrio de San Nicolas) que, tras su remodelación, intentó mantener su  estructura y belleza pasadas.
Numerosas tiendas de artesanía y recuerdos salpican sus callejuelas alternándose con las atractivas terrazas que numerosos restaurantes exhiben en las aceras.

Me llama la atención el silencio y la ausencia de gente en las calles, la educación de sus habitantes y su falta de simpatía.

Excluyendo los centros de atracción turística, el resto de la ciudad se muestra desatendida y sin un mantenimiento adecuado.

A ver si durante el resto de mi estancia en Berlín cambia esta  primera sensación.

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